Entre tu hogar y tu negocio siempre debe existir una frontera –a la manera de las aventuras en Las Vegas, los asuntos de la empresa tienen que quedarse en la empresa–. Y para tu tarjeta de crédito personal, la que usas para atender necesidades familiares (despensa, entretenimiento, servicios médicos, electrodomésticos), esta división también debería ser inviolable.
Toma en cuenta que cuando utilizas tu plástico para solventar gastos de negocio (pagar a proveedores, comprar insumos y hasta para cubrir la nómina), corres el riesgo de meterte en situaciones complicadas. Por ejemplo: no poder usar tu tarjeta de crédito personal para atender una emergencia médica en la familia, porque su límite de financiamiento se ocupó en adquirir mercancía para la empresa.
Claro, en el día a día de cualquier Pyme, prescindir del plástico del dueño no es fácil; los compromisos financieros surgen en todo momento, y no siempre se cuenta con el efectivo suficiente en caja para satisfacerlos. Sin embargo, si tu negocio cumple con algunos requisitos, quizá ha llegado el momento de que recurras a otro tipo de herramienta: una tarjeta de crédito empresarial.
La oferta del mercado
En México, según datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), el 17% de las Pymes usa una tarjeta de crédito personal –la del dueño– para financiar múltiples aspectos de su operación. Considerando subsegmentos, de acuerdo con otras investigaciones, las empresas pequeñas son las que más recurren al plástico del propietario (24% de ellas; seguidas por 19% de las medianas y 17% de las microempresas).
Los negocios que utilizan “la tarjeta del patrón” quizás esquiven las emergencias económicas, pero están pagando un precio muy alto por hacerlo. Documentos del Banco de México (Banxico) y de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) señalan que en los plásticos personales, las tasas de interés se ubican por arriba del 33% anual (y hay tarjetas que superan ampliamente este promedio). En contraste, los plásticos empresariales –dependiendo del proveedor y del producto específico– ofrecen tasas de interés en los rangos del 10% al 25% anual. Por lo que, el financiamiento de una tarjeta personal significa usar un crédito muy caro para tu empresa.
En México, las instituciones financieras, especialmente la banca
comercial, ya proveen tarjetas empresariales para Pymes. Dos modalidades
dominan la oferta:
Tarjeta corporativa. Es un
plástico respaldado por los recursos de tu compañía que están
depositados en una cuenta. Con esta tarjeta (generalmente de débito),
los gastos que realice la empresa estarán vacunados contra “choros
mareadores” o ataques de amnesia. Gracias a los reportes que recibes
(estados de cuenta), siempre sabrás cuánto y en qué se invirtió, en qué
momento y lugar, y hasta quién realizó el gasto. Además de brindar este
nivel de transparencia, dadas sus características, estos plásticos son
muy utilizados para administrar viáticos, gastos de representación o
compras, entre otros.
Tarjeta asociada a un crédito. Se
trata de un plástico que obtienes al momento de contratar un
financiamiento para tu negocio. En este caso, la tarjeta está ligada al
monto y las condiciones de la línea de crédito que recibiste. El
plástico es un medio con el que dispones de los recursos del préstamo
(chequera y banca electrónica, por ejemplo, son otros medios de
disposición que normalmente acompañan a la tarjeta; aunque las opciones
pueden variar según el proveedor). Al igual que en la modalidad
anterior, estos plásticos ofrecen una amplia claridad en los gastos que
se realizan en una compañía.
Con estas tarjetas no sólo gozarás de una mejor tasa de interés, también podrás pagar servicios e insumos, disponer de efectivo en cajeros automáticos, aprovechar promociones especiales (descuentos, meses sin intereses), contar con seguros en compras, tener varios plásticos para tu empresa (cada uno, incluso, con políticas de uso específicas), etc.
Recomendaciones plásticas
Debido a los beneficios que brindan, las tarjetas empresariales son una buena opción para tu negocio. Sin embargo, como ocurre con cualquier otra herramienta financiera, estos plásticos implican una gran responsabilidad, que debes asumir con buenos hábitos y altas dosis de planeación y disciplina.
Pinta la raya. Si quieres usar una tarjeta
empresarial, tu primer compromiso es separar las finanzas personales de
las del negocio, es decir, que cada ámbito cuente con sus propios
recursos y que estos se administren independientemente. Y tu convicción
debe ser firme: “no usar las ventas de la empresa para pagar las
vacaciones, y no tomar el dinero de una colegiatura para liquidar la
nómina”, señala Mario Marín, director de Negocios Pyme de BBVA Bancomer.
Si vas a confiar en un plástico empresarial para tu negocio, despide a
tu tarjeta personal –y sin posibilidades de recontratación–.
Papeles en orden. Esto requiere, en primer lugar,
regularizar la situación fiscal de tu empresa. Así, se facilitará el
proceso para la obtención del producto especializado en Pymes (cuenta,
crédito) a través del cual recibirás el plástico. Si la división entre
lo personal y lo corporativo no es muy clara (por ejemplo, estás dado de
alta como Persona Física con Actividad Empresarial), las instituciones
financieras “valorarán dos capacidades de pago: la del padre de familia y
la del empresario, y eso puede complicar las cosas. El análisis será
distinto si el emprendedor es una Persona Moral”, apunta Marín.
Analiza el momento de tu empresa. Aunque estos
plásticos son indudablemente útiles, quizá tu negocio aún no tiene la
estabilidad necesaria para aprovecharlos al máximo. Las empresas con
menos de dos años de vida y que todavía sufren para mantener un flujo
constante de ingresos, deberían esperar un poco. “Cuando una compañía
está en su fase temprana de desarrollo, estas tarjetas no son la mejor
idea. Es mejor recurrir a otras fuentes de financiamiento, por ejemplo,
buscar a un familiar o amigo que quiera invertir en el negocio, o
recurrir a un programa federal de apoyo a Pymes”, sugiere Jorge Torres,
director de Educación Financiera de Condusef.
Mírate al espejo. Una tarjeta corporativa debe ser
un traje a la medida. Explora la oferta disponible y encuentra la que
mejor se ajuste a tus características y requerimientos. Si tu negocio no
necesita crédito para la operación diaria, un plástico de débito
empresarial podría ser suficiente. Si requieres financiamiento de corto
plazo (cinco días, por ejemplo), ubica un producto que cobre interés
diario; y para soluciones de mayor crédito, tampoco te faltarán
alternativas. “El empresario debe identificar las necesidades que
atenderá con la tarjeta. Así que para aprovechar las ventajas que
brindan estas herramientas, es indispensable que realice este análisis”,
explica Alejandro Macías, director de Productos Comerciales de
MasterCard.
Di no al “tarjetazo”. Un plástico empresarial asociado a un crédito –apunta Torres, de Condusef– “significa usar recursos que pueden generar deuda”. Por eso, la tarjeta también representa una obligación, la cual debes satisfacer correctamente (pagando en tiempo y forma a la institución financiera) para evitar endeudamientos que amenacen el futuro de tu negocio. “Un tarjetazo empresarial” te compromete; en lugar de sacarte de un apuro, sólo será el principio de más problemas en el futuro. La recomendación es usar el plástico con criterio, apego a reglas fijas y responsabilidad. Igualmente, vale la pena que compartas esta visión con el resto de tus colaboradores.
Cuando son bien aprovechadas, las tarjetas empresariales aportan beneficios que trascienden lo inmediato (tasa de interés accesible, promociones y control permanente de los gastos). Entre las ventajas de mediano y largo plazo destacan estos dos puntos principales:
- En el marco de la nueva regulación fiscal, para ser deducible de
impuestos, un gasto empresarial tiene que realizarse a través de un
medio electrónico. Y en ese aspecto, “un pago que se aplica con una
tarjeta corporativa permite cubrir dicho requisito”, señala Macías,
directivo de MasterCard.
-
El uso responsable de un plástico empresarial es un buen inicio. Las
instituciones financieras tomarán nota de ello, lo que colocará a tu
negocio en una agradable posición: la posibilidad de obtener mejores
condiciones en un próximo préstamo o acceder a otros productos
financieros, pues la tarjeta contribuye a crear un historial crediticio.
Algunas opciones para tu negocio
Banamex
Tarjeta Impulso Empresarial
Tasa variable desde TIIE +6%.
Otros
costos. Pago mínimo mensual: 1/36 del capital más intereses generados
al momento de la última fecha de disposición o $1,500, lo que resulte
mayor.
Sin comisión anual.
Monto del financiamiento: desde $35,000 hasta $12 millones.
Requisitos
básicos: Alta en Hacienda o Constancia de Situación Fiscal (menos de
seis meses de expedición); dos años de operación en negocios de Personas
Morales (PM), y 3 años en el caso de Personas Físicas con Actividad
Empresarial (PFAE).
Bancomer
Tarjeta de Crédito Micronegocios
Tope máximo en TIIE de 8.0%.
Otros costos. Pago mensual mínimo: 7.5% o $3,000, lo que resulte mayor.
Comisión anual de $750 (sin IVA).
Monto del financiamiento: desde $20,000 hasta $300,000.
Requisitos básicos: negocio en marcha y con más de dos años de operación; ventas mínimas mensuales de $20,000.
Banorte
Tarjeta de Crédito Empuje de Negocios
CAT promedio de 25.6% (base del cálculo: línea de crédito de $65,000, en un horizonte de tres años).
Comisión anual de $750, sin IVA (diferida a 3 meses).
Otros costos. Tasa anual de compras: 25%; tasa anual de disposición: 30%.
Monto del financiamiento: hasta $200,000.
Requisitos
básicos: ventas brutas mensuales superiores a los $25,000 (comprobables
a través de la declaración de impuestos); operaciones en los giros
industria, comercio y servicios (excluyendo sector primario).
HSBC
Tarjeta HSBC Empresas-Pequeña Empresa
CAT promedio de 20.9% sin IVA.
Otros costos. Factor mínimo de pago para Personas Morales: 3.77% en financiamientos de hasta 2,500,000.00 pesos.
Factor mínimo de pago para Personas Físicas con Actividad Empresarial: 4.03% en financiamientos de hasta 1 millón de pesos.
Monto
de financiamiento: crédito revolvente de hasta $2.5 millones, para
Personas Morales (PM) y Personas Físicas con Actividad Empresarial
(PFAE) con ventas anuales de hasta $60 millones.
PM y PFAE con alta en Hacienda, antigüedad mínima de 3 años.
Requisitos básicos: contar con referencias crediticias y presentar obligado solidario.
Santander
Tarjeta Crédito Ágil
CAT promedio de 13.68%.
Otros
costos. Al elegir el plástico como medio de disposición, se debe pagar
–por la tarjeta– una anualidad de $300 más IVA. Comisión por apertura de
la línea de crédito: 2.0% del monto autorizado.
Monto de financiamiento: hasta $8 millones (a 12 meses, con opción a renovación automática).
Requisitos
básicos: cédula de identificación fiscal (RFC) y alta ante el SAT, para
Personas Morales (PM) y Personas Físicas con Actividad Empresarial
(PFAE). También se necesita un obligado solidario (garantía).