La Comisión Europea ha empezado a estudiar el impacto real del veto ruso a los productos agroalimentarios europeos. Cuenta con un fondo de unos 3.000 millones para hacer frente a la crisis.
El grupo de trabajo creado por la Dirección General de Agricultura comenzó a desgranar el anuncio de Rusia que, según las primeras estimaciones de Bruselas, ponen en jaque unas exportaciones que en 2013 le reportaron 5.252 millones de euros a los Veintiocho.
Tras la reforma negociada durante prácticamente dos años, la nueva PAC -Política Agraria Común europea- prevé un fondo específico para casos de crisis de mercado que se eleva hasta prácticamente los 3.000 millones de euros. Este fondo fue creado a raíz del brote de E.coli de 2011, la crisis del pepino que se cobró la vida de 34 personas en Europa y que se achacó en un primer momento y de forma injusta a los productores españoles, dañando gravemente a sus exportaciones.
Sin embargo, la utilización de este dinero todavía se ve en Bruselas como un último recurso. En estos y otros aspectos trabajan desde ayer los técnicos europeos que el jueves se reunirán con responsables de los Estados miembros para intercambiar información. Sin embargo, prácticamente todos los ministros europeos se han puesto ya en contacto con el comisario de Agricultura, el rumano Dacian Ciolos, que ha interrumpido sus vacaciones debido a la crisis en su sector. Fuentes comunitarias confirmaron que la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, también pudo trasladarle ayer su preocupación al comisario.
Otro de los ministros más preocupados es el polaco, Marek Sawicki, que este martes acudirá a Bruselas para pedir compensaciones millonarias a la Comisión Europea. De hecho, según las fuentes consultadas, el Ejecutivo comunitario prefiere mantener una imagen de calma frente al pánico que las autoridades rusas pretenden sembrar con esta represalia a las sanciones europeas a Moscú por la crisis ucraniana.
Ayer el presidente de la CE, Jose Manuel Durao Barroso, mantuvo una conversación telefónica con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien expresó su malestar por el veto «sin justificación» a los productos europeos.
